sábado, octubre 31, 2009

Ya lo sé, es una pavada, pero de esas pavadas importantes. He apuntado toda mi vida a encontrar un lugar cálido donde haga frío fuera, con la luz de un fuego, con el silbido del viento, con la tormenta terrible, con los caminos aislados, con mi colcha suavecita, con mi almohada querida, con la inocencia de un niño en un mundo de apariencia peligrosa pero inofensivo, lleno de desastres que no molestan ni perturban. No concibo cómo lograr tal lugar, y menos sé si llegaría a cansarme de él de haberlo conseguido, ni tampoco cual sería mi siguiente deseo.