jueves, agosto 31, 2006

«Conclusiones del mes»Reflexiones del mes de agosto que pasó:

-No es lo mismo «animarse» que «ver qué onda».
-¡Estoy escuchando Queen! Mejor aún: ¡estoy cantando sus canciones desaforadamente!
-Y peor para quien oye...
-¿Qué pasó en este mes? Tantas cosas...
-Natalí me dijo «te amo» y yo le dije «te amo».
-Es increíble cómo ella siempre se las ingenia para leerme la mente y decirme «te amo» un instante antes de que yo se lo diga, arruinando dulcemente mi intención de ser el primero en mostrar cariño.
-Es increíble cómo arruino todo horriblemente.
-Ya pasó eso que quería que pase y fue hermoso. Muy divertido, muy relajado, sin nervios... espectacular. Mucha confianza; soy un tipo con suerte.
-Estoy cursando Física 1 e I.D.A.M. Además, me anoté a un curso de maquetería industrial que en solo una clase ya me abrió bastante la cabeza sobre cómo hacer una maqueta.
-Sólo un selecto grupo de personas en este mundo entenderá lo siguiente: ya comí helados Laponia. Jajajajajajaja. Es muy rico el helado Laponia. Cuando pueda me pido otro kilo. Jajajajaja.
-¡Qué chancho!
-En la arbitrariedad se elige una opción entre varias, en un proceso racional se llega a un resultado.
-Puede ser que el absurdo inicial se haya originado en un «porque sí» al principio de la vida de cada uno.
-Al parecer, la subjetividad no da cero. Todo se crea.
-La objetividad y la subjetividad no son antagónicos. Son asimétricos.
-Pensando al escribir... puede ser un gran error... probablemente lo sea... Puede ser que toda intención se origine en un absurdo al inicio de la vida de cada uno. Porque los procesos racionales son mecánicos, no son absurdos; son procesos de pasos que llegan a un resultado. En cambio, aquél «porque sí», una suerte de arbitrariedad madre y excepcional, es el inicio de toda intención. Es el origen de la propia voluntad. Este «porque sí» es, sin embargo, una simplificación teórica como son los puntos primitivos que conforman el todo. Realmente cobra sentido a nivel vida, no en un órgano como el cerebro. Y si los puntos existen, es a un nivel mínimo.
-Ayer me pasé una hora diferenciando decisiones arbitrarias de cuentas matemáticas. En verdad, no es que las cuentas se hacen bien o mal; se hacen o no se hacen. Una cuenta hecha es una cuenta con el resultado correcto, si el resultado es incorrecto es porque no se hizo la cuenta. Justamente, la posibilidad de obtener un resultado equivocado es porque la mente siempre es subjetiva y la objetividad está emulada. Se necesita una infinidad de subjetividad para obtener una porción infinitamente pequeña de objetividad, y una infinidad de objetividad para obtener una porción infinitamente pequeña de subjetividad.
-Tengo una vida interesante.

miércoles, agosto 30, 2006

Te explico. Detrás de toda decisión arbitraria se encuentra otra decisión arbitraria que la influenció. Es una posibilidad elegida entra varias posibles, de forma voluntaria. Incluso, puedo expresar la tendencia que tienen las influencias más alejadas en el tiempo a ser exitosas, mientras que las generadas más inmediatamente previas a la concreción de la arbitrariedad tienen menores chances de éxito. Si yo elijo vestir unas nuevas zapatillas verdes, y no otras, para combinarlas con mi remera verde, porque creo que estéticamente se ven mejor, entonces mi decisión de vestir tales zapatillas y no otras fue influenciada por la remera verde y mi intención de seguir las «reglas de la estética». Estas «reglas de la estética» son otra arbitrariedad y que varían de sujeto en sujeto. ¿Qué regla seguí? La de combinar colores similares. ¿Y por qué ésta regla y no una regla de no combinar colores similares? Supongo que debe haber varios motivos, como mi crianza, la influencia cultural... pero, más que nada, por la facilidad de sintetizar y aplicar la regla. Combinar colores es simple; si elijo estar en dos colores (también otra regla estética), rojo y negro, es sencillo saber combinar: sólo debo vestir rojo y negro (lo que no implica que luego se vea bien al ojo). Pero una regla de no combinar colores es superflua. A menos que estés rebelde, se entiende que no combinando no se construye, no se trazan relaciones entre las prendas porque si visto algo amarillo el resto de las prendas pueden tomar cualquier otro color, no uno solo en particular; la regla no me está limitando mucho ni guiando, no está generando un patrón que resulte interesante a menos que te resulte puntualmente interesante. La estética es el camino creativo a la belleza. Si una intención estética falla entonces falla en ser bella con esa pretensión. Pero esto no significa que no pueda ser bella. De hecho, la belleza bien podría ser la calidad de imitación de algo hacia otro algo. Mi combinación de ropa bien podría parecerte bella o no bella por quién sabe qué motivo. Lo cierto es que hay reglas más factibles que otras de ser repetidas, muchas se descartan, pero siempre que haya lugar a dictar una regla, ésta será dictada. Basta con observar uno de los usos que el humano le da a las palabras «nunca» y «siempre». Incluso habiéndose equivocado «yo nunca me equivoco» y «siempre acierto», así como «nunca olvido una cara» y «siempre llego temprano». No son meras frases, son reglas disfrazadas de leyes que se pretende cumplir siempre con la vana esperanza de convertirlas en leyes. El descubrimiento de una ley parece ser uno de los apetitos máximos de la mente.

lunes, agosto 28, 2006

Nunca pensé que sería un novio tan malo y patético; yo quería ser el mejor y pensé que lo lograría siempre que me mantuviera honesto. Qué ingenuo, no es para nada fácil. No me cabe en la cabeza cómo pude hacer tan mala elección, un error tan grosero. Tengo miedo de perderla; no sé qué haría si eso sucediera, no quiero ni pensarlo, me pone peor. Y por un minúsculo momento creí que hacía lo mejor para los dos... ¡Lo mejor para los dos! Si se repitiera otra vez en mi estúpida cabeza la posibilidad de elección entre lo mejor para los dos y lo mejor para ella, elegiré lo mejor para ella. Es por una cuestión de amor, de que estoy mal cuando ella está mal, y de que obviamente no tengo idea de qué es lo mejor para los dos. Es increíblemente dificil pelear contra mi propia estupidez. ¡Yo no soy malo, amor! Lo siento tanto... Quiero morirme por un rato, tentarme, y quedarme muerto. Pero no la quiero dejar. No sé qué hacer. Pero sé que no puedo querer a nadie más. Es mi chica.
Frente a ella y con la mejor de las intenciones, me quité las ropas, abrí el pecho, desaté los lazos, usé la llave y busqué con mis manos aquello que mantuve escondido. Lo tomé y lo tendí sobre ambas palmas, y hacia ella estiré los brazos; le ofrecí esperanzado todo lo que era capaz de ofrecer. «¿Qué es esto que me das?», preguntó. Yo sabía que le entregaba mi regalo supremo, el más hermoso. «Está quebrado y seco, ya casi deshecho a polvo», dijo. Pero allí estaba toda mi intención de amar, pura e infalible. «¿Con esto me has amado todo este tiempo?» Yo asintí. «Gracias, lo aprecio mucho. Pero, míralo. Es algo marchito y descolorido, no late ni vive más que para esperar que se lo lleve el viento. No puedo aceptarlo. Lo siento por haber llegado demasiado tarde.» Pero aún creo en mí; ya todo gira en que tome esto que sostego en mis manos, es lo mejor que puedo dar y tiene que ser suficiente. Debería serlo, siempre lo creí.

jueves, agosto 24, 2006

Se habló de un vaso, de no romper el vaso, de no rayar el vaso, y estuve completamente de acuerdo. Yo tengo un vaso ya, suertudo yo. Pero siempre hay un "pero". Y sé que si intentan rasguñar mi vaso no le pasará nada de nada, ni una mínima marca, pues mi vaso es más duro que cualquier uña. Pero aún así no me gusta, aunque sepa que mi vaso no sufrirá daño alguno, aunque sean rasguños sin intención, aunque sean uñas inocentes. No quiero a nadie cerca de mi vaso sin importar su buena voluntad. Sólo yo sostengo mi vaso y tomo de él.

miércoles, agosto 23, 2006

—Estoy interesada en discutir sobre «tal cosa que tú crees» y su oposición a lo que yo creo. ¿Por qué «tal cosa que tú crees»?
—Analicemos ambas creencias por igual. A su vez, ¿y por qué «tal cosa que usted cree»?
—Por que es la única verdad en la que creo.
—¿O sea que no admite la posibilidad de que «tal cosa que usted cree» esté equivocada?
—No, no está equivocada. No hay mucho que discutir sobre mi creencia, pues sé que es correcta y acertada.
—Entonces no hay nada que discutir. Yo sí admito la posibilidad de equivocación en mi creencia. El problema radica en que, al haber una de las partes, usted, que niega la posibilidad de error, esto ya no puede tratarse de una discusión. Es una imposición. Dado que nada de lo que yo diga puede hacerla cambiar de idea, ni siquiera contemplar una duda sin importar los razonamientos que yo exponga, el valor de mi discurso es nulo. Y dado que yo sí contemplo la duda, debo dar lugar a sus razonamientos, hecho del cual sólo pueden haber tres resultados: que yo los refute, que los adopte parcialmente y quede indeciso entre las dos creencias o ninguna, o que los adopte completamente y cambie mi creencia por la suya.
Ahora bien, supongamos que yo tampoco diera lugar a la duda y que crea que mi creencia está libre de cualquier error. Esto es una imposición fallida, un choque de paredes, una mera exposición de conocimientos que no serán abordados. Ninguno de los dos cambiará de creencia ni siquiera admitirá la posibilidad de otra ajena a la propia.
Ninguno de ambos casos es una verdadera discusión, aunque así es como más se conoce tal palabra: erróneamente. La discusión se da cuando todas las partes admiten la posibilidad de error y cuando todos los conocimientos e intenciones expuestos son considerados y razonados. Una discusión surge cuando elijo con mi papá el color de la pintura para las puertas de mi casa, o cuando pienso con mis compañeros de la facultad cómo armar la tapa del diario que debemos entregar en la semana.
Me parece que digo algo razonable, aunque, por supuesto, es discutible.

miércoles, agosto 16, 2006

Es que no puedo hacer nada de nada, no puedo pensar en nada más; ella ocupa todas mis neuronas. Deberían leer los mensajitos que le envío, son más cursis que nunca, pero los significo tanto que no lo noto hasta que recuerdo cómo eran otras cosas cursis y noto la exagerada similitud. Y los «te quiero», que en un primer momento eran de lo más importante, casi una confesión, ahora me quedan cortos sin importar el adverbio que les acompañe. Los «te adoro» por sí solos tampoco reúnen todo lo que le quiero decir, y los «te amo» aún los tenemos prudencialmente censurados, porque no queremos quemar etapas. Pero cuánto, oh, cuánto quiero decirle «te amo». Así que hago ensaladas de palabras y exploto el idioma evitando los «te amo» e intentando lograr que ella sepa, al leerlo, cuánto la... amo.

jueves, agosto 10, 2006

Odio cuando llega el colectivo 134, siempre parece llegar demasiado temprano y se la lleva a su casa. Sé que ella tiene que llegar temprano y que es mejor que se vaya, pero yo quiero mantenerla a mi lado por más tiempo. Y sé que que no puedo estirar el momento indefinidamente, pero me engaño pensando que se sabe lo que se quiere saber, y así, yo solo sé que no quiero que llegue el colectivo, que quiero estar con ella, y eso es todo lo que necesito saber.

miércoles, agosto 09, 2006

Ella muy buena, muy linda, muy acertada, muy comprehensiva. Yo: el tonto de siempre. La extraña suma dio un resultado hermoso, carinoso, divertido y con matices raros para nada malos; un panorama precioso. Pero el paisaje se fue demasiado rápido y la mano no pudo tomarlo y pararlo. Quise que dure por siempre. Pero el paisaje se va demasiado rápido y estoy con ella, otra vez, en otro lugar, armando otro paisaje. Es nuestra vida juntos pleno arte. La quiero mucho.

martes, agosto 08, 2006

¿Pasará algo que cancele la diversión? ¡No! ¡Por favor, no! ¿Quizá algo que la arruine? ¡Menos aún! Eso sería peor, una gran desilusión. ¿Pasarán los recuerdos de mí mismo a felicitarme por la buenaventura? Espero que sí, sería muy lindo verlos orgullosos al contemplar los frutos de su trabajo. En este sentido, ellos aún pueden ser felices.

lunes, agosto 07, 2006

Niño tonto, no puedes escapar tan fácil del abrazo de la futilidad. Preguntarte el porqué de las cosas no te llevará lejos. La verdadera pregunta que te haces y que tanto te tortura es el porqué del porqué. Y ya sabes la respuesta, desde hace mucho tiempo. De hecho, crees que la has sabido muy temprano en vida y que ha sido demasiada carga para una mente tan joven. Incluso, cuando te sientes débil, te tientas parcialmente y esperas estar equivocado; así sólo extiendes tu debilidad. Es fácil confundirse pero, recuerda: nunca se implicó que la falta de sentido elimine una intención de movimiento; incluso, la verdadera fuerza detrás de la intención es un absurdo. Debes entender, entregarte a tu propio pensamiento.

sábado, agosto 05, 2006

Estoy cansándome, perdiendo la paciencia. No me tomen el pelo. Mentes asquerosas, animales inmundos. No me digan que sus planteos son razonables, no mientan subiendo a escondidas, cuando nadie los ve, los peldaños de la escalera de la justicia: no la alcanzarán nunca. Sus juicios no poseen peso ni base. No seré parte de tales juegos. Adiós.

miércoles, agosto 02, 2006

La arbitrariedad es azar voluntario, y la originalidad es la ocultación de las influencias ajenas.
Cuán mal estoy que ni ganas tengo de explayarme un poco con esto, cuando hace no demasiado hubiera intentado dar algún tipo de texto que lo acompañara, probablemente complicado o inentendible, pero un texto al fin, como para degustar la idea nueva.
Se me ha ido la voluntad, y con mi voluntad mis ideas. ¿Qué más queda ya sin ideas? Queda mi ceguera, que ha dejado de ser falta de visión para conformarse como una entidad por sí misma. Y con mi ceguera, la esperanza.