«Conclusiones del mes»Reflexiones del mes de mayo que pasó:

-Es impresionante la velocidad con la que tomo mis anteojos en el aire luego de haberse deslizado de mi nariz.
-No se dice «fulano es grasa», se dice «fulano suda manteca», o «fulano es suda-manteca». Ya decir «grasa» es re grasa, o sea, suda-manteca.
-Odio esa especie de creencia de que un macho con todas las letras es aquél con una conducta intachable sobre no parecerse a una mujer.
-¿O acaso ésa es realmente una de las distinciones entre macho y simple hombre?
-Sentado en su silla esperando que llegue la luz, pero en su circuito falta corriente.
-Libros en el pasillo, adornos mudados, recuerdos desempolvados, el reciclaje de una muerte.
-Patearé el tablero en: tres... dos... uno...
-Entonces, ¿no van a entrar? Entonces, la acción a tomar es la absorción. Este casi vacío se desordena con facilidad con cada contacto social, la necesidad de explicarme al resto me ha jugado en contra, no permitiendo explayarme a mis anchas conmigo mismo, reduciendo mis ideas a esquemas, sintetizaciones, y un miedo a mostrar inconcordancias en público que tendía al conformismo ideológico y la obstaculización del pensar en voz alta. La selección de escritos para acomodarse en las críticas obtenidas de escritos anteriores fue el estancamiento de una innovación, la repetición de una fórmula incierta que pretendía constantemente tener más factores de los que mostraba. Por esto y por cansancio, decido dejarme ser comprensible o incomprensible según lo requiera, no volverme loco en tratar de explicar ni volver loco al resto con explicaciones a medias a menos que eso quiera, permitirme mostrar el acierto y el error; simplemente: hacer. Intentar el deseo.
-Toda reparación es una contra-aplicación; toda negación es un contra-sustantivo. Todo concepto que niega algo es un contra-concepto; los conceptos, los sustantivos, sólo son afirmativos. Todo contra-sustantivo es un sustantivo adjetivado negativamente. Una reparación es una contra-aplicación porque se anula mediante la misma a la aplicación que modificaba a lo que se repara.
-Es más probable que ahora todo salga algo mejor, pues una intención se acerca más a la pureza cuando no se la intenta hacer satisfacer a otras que la perturban. Se podría decir que hubo auto-censura por debilidad de imposición.
-Me asombro, después de más de siete años, de lo limpio que está este teclado.
-Hoy, en dibujo, dibujé un modelo por segunda vez y una modelo por primera, al fin se avivaron que también hay hombres en la cátedra.
-Hay una chica en mi cátedra a quién he apodado «Chica Solaro» por su ficticia similitud de espaldas con Soledad Solaro, así como se lee. También está «Chica Angelical» que me recuerda a Rory Gilmore aunque tampoco tiene nada que ver. Y, por último, hay otra de rulitos que está re fuerte y sin apodo aún. ¡Yo no soy el único enfermo!, Pablo hace lo mismo...
-Ah, en casa compraron un reproductor de DVD. Si bien Pablo y Tomás no deben sentirse igual que yo, ya extraño mi VHS que repentinamente perdía el color y dejaba todo en blanco y negro.
-Mientras escuchaba la clase desatento, una llamada a su teléfono celular lo despertó al lugar donde lo simple rige sobre lo complicado, donde el error es siempre desubicado: la mala noticia de que había muerto un ser querido, y en gritos lloró. La multitud enterada y compasiva observaba, y uno rió. Él lo escuchó. «¿Te parece gracioso, forro?», dijo y se le acercó en instantes llevándoselo por delante con furia y llanto, partiéndole la cara a manotazos, pateándolo en el suelo, dejándolo sangrando y desparramado; los profesores lo separaron mientras él gritaba: «¡Forro!, ¿Te parece gracioso, forro? ¿eh? ¡Forro hijo de re mil puta! ¿Te parece gracioso? ¡Ojalá te hubieras muerto vos! ¡Vos, forro! ¡No le llegás ni a los talones! ¡Seguro sos el forro que jode por jodido, que se mueve sólo por la puta corriente, carne en inercia, el forro que sólo da cincuenta y nueve segundos de silencio! ¡Ojalá te hubieras muerto vos! ¡Debés ser el forro que nunca se frenó en su re puta vida para ver hacia dónde iba, él no era como vos, que te quede claro, seguro sos el forro que se ríe cuando a otro se le muere alguien! !Y encima me hacés sentir para el culo, porque sé que si yo me hubiera muerto él no te habría dejado vivo, maldito forro, tendría que haberte matado!».
-Todo es tan pacífico ahora, sé que puedo mantenerlo así.

Les cuento un secreto, no se lo digan a nadie ni lo anden gritando por ahí: en este momento, estoy usando un jean sin nada debajo, y es... inexplicablemente libre y sensual, cómodo... y sensual, muy sensual. Me dan ganas de pasearme así por el mundo, moverme mucho, subir escaleras de a dos escalones, formar figuras raras con las piernas.

«¿Te sentís bien?», me preguntó una chica de conocimiento proyectual. Yo sólo me había acostado boca arriba sobre la mesa de trabajo mientras se daba la aburrida misma clase de siempre, una clase que se repite todas las clases, una clase imperecedera, un horror permanente. «Sí», le respondí con una leve sonrisa a la desconocida compañera, algo extrañado por la pregunta. ¿Le parecí enfermo? Ese fue mi horror del jueves pasado. Y el de hoy, en la misma clase, fue ver trabajos que debiendo estar copiados textualmente de un relato poseían horrores de ortografía, no simples errores de tipeo. Sin embargo, estos horrores no los sufro por mucho, pues escapo a mitad de la horrorosa clase y me voy a casa.

Otro buen día el de hoy, aunque lo termino trabajando en una lámina. Ojo, tiene su joda, tipografías y orden particular; es sólo que a estas horas no es la carga liviana que sería en una tarde. Pasando a mañana, intentaré afeitarme antes de salir a la facultad para saber si es posible hacerlo sin destruirme la piel a dos días y medio de la afeitada anterior. También me colocaré los lentes de contacto, me acostumbré demasiado a estos anteojos símil antifaz. Y eso es todo, simplemente intentaré satisfacer la demanda de mis innumerables fanáticas.

¡Qué lindo día! Lo dormí casi de punta a punta, una lástima; el parcial a la mañana y ahora una película en casa con amigos. Y el aire está tan rico, y la temperatura templada, y... así todo parece estar tan bien, es tan sedante. Sospecho que en días como éste un griego loco tira más flechas de lo usual. Intentaré vestirme más con mis remeras blancas, así me ubica mejor.

Mañana es mi primer parcial de matemática; no es complicado... si uno practica con constancia. De todas maneras, algún punto pienso robar, como buen ladrón de poca monta. Será interesante.
Un punto aparte: ahora encuentro la neutralidad de las clases de matemática mucho más placentera que los ambientes de dibujo y conocimiento proyectual uno juntos.

Por un favor de trasnoche debí cambiar el tiempo atrás, para mantener una marca de constancia, pues fue por una buena causa. Lo que hice hoy lo quise hacer ayer, y digo que lo hice ayer.

Entiendo que es muy fácil crear un pequeño mundo, incluso de casualidad. Con sólo haber creado algún tipo de obra levemente frutada, no importa cuánto tiempo pase, siempre se le pueden anexar otras que la expandan, otras que la detallen y también otras que le roben el protagonismo. Y eso es básicamente todo.

Me voy de fiesta y pienso en vos, que estarás ahí, así que me apuro, o al menos eso creo, porque me quedo soñando y me muevo más lento. No importa si llego tarde, sé que no estarás, pero eso tampoco importa, porque... debo dejar de soñar, ¡tengo que ir a la fiesta!

Traduje K-Meleon al castellano, y luego de configurarlo de pies a cabeza, reduje sus menús quitando los que nunca uso ni llegaría a usar. Edité la skin, quitando y agregando botones de las barras (los botones que se muestran en las barras de herramientas están definidos por las skins, o sea, que cada skin es independiente de cualquier configuración externa). Quedó espectacular, así de simple. Hace meses que lo uso feliz, y fue ahora que se me ocurrió pasarlo al castellano; esto es trágico, debería estudiar más, aunque, en verdad, apenas me tardó un par de horas, es muy simple de hacer. Realmente, este primo Mozilla es por lejos el navegador completo más liviano que haya pasado por esta computadora.
Por otro lado, dejé al último Opera con una traducción no oficial como el navegador por defecto del sistema, así mi hermana maneja este otro excelente y liviano programa, que resulta mucho más funcional, de manera de dejar Internet Explorer como última opción. Sí, podría haber puesto por defecto a K-Meleon, y a pesar de poseer un administrador de perfiles, me gusta tener un navegador para mí solo. Solo me encantaría que se actualice con mayor frecuencia.

Me dispongo a comer un pomelo; además, me preparo para escribir levemente sobre la experiencia. Lo corto por la mitad, sólo una semilla dividí. Sucede ahora que me cansé de pasar del pomelo a la escritura, así que dejo de tomar las notas que, apenas y muy vagamente, empecé. Ya terminado todo, fue un rico pomelo.

—Que no cunda el pánico, si algo no funciona lo retiramos, ¿te parece? Después lo corregimos, lo colocamos en su lugar y lo probamos otra vez.
—Es que... me estoy volviendo ligeramente loco... ¿Me va a sacar la cabeza?
—No, sólo te daré la anestesia.
—¿Anestesia con Anastacia?
—No. Luego comenzaremos el tratamiento.
—¿De remoción de cabeza?
—No —la pérdida de la paciencia lo invitó a jugar. —¿O sí? No me acuerdo.
—¿No se acuerda? ¿Cómo que no se acuerda...
—Lo recordaré en el proceso, aquí va la anestesia.

No quiero a nadie en casa hoy, pero vienen visitas a cenar. No los quiero saludar, no quiero nadie acá. Estoy entendiendo cosas horribles, realmente fui yo quien arruinó, por el momento, muchas vidas; realmente pude apagar a la gente. Todo está sucediendo muy rápido; si puedo manejarlo no es lo que estoy haciendo bien; creo que estoy a punto de perder el control. Es como revelación tras revelación, suceden continuadas, prefiero estar solo.

Ayer, jueves diecinueve de mayo, a las cinco y veinte de la tarde, esa musiquita de John Williams comenzó, y las letras comenzaron a subir a las estrellas. ¡Tienen que ir a ver Star Wars Episode 3: The Revenge Of The Sith! Es espectacular, la mejor entre las nuevas y por lejos. Obviamente no les puedo contar nada, simplemente les digo que, por un lado, deja chiquititas a las anteriores y que, por el otro, les sube el nivel por el sólo hecho de pertenecer a la misma historia. Por supuesto, la película continúa siendo de plástico, se sigue notando el uso y abuso del poder informático, pero... ¿cómo quejarme de eso? O sea, por fin se hace notar la profundidad de la trama, y las emociones me pegaron fuerte, y eso fue de lo mejor. En definitiva, si ya vieron las otras cinco, completar la saga en el cine no me parece mala idea.
Y no, George Lucas no me pagó ni un mísero centavo por esto.

«700 posts aniversario»Sentado en la cornisa es más fácil disimular mis intenciones, si me quiero tirar o si sólo me gusta tener los pies en el aire, si observo el panorama con atención o con mirada casual, si me gusta que me presten atención o no. Tan fácil me es disimular allí que diferentes testigos suelen tener diferentes interpretaciones de mis intenciones. Tan fácil me es disimular aquí que nunca tienen dos interpretaciones simultáneas, nunca me felicitaron ni me pidieron que me baje a la vez, nunca me reprocharon nada ni me pidieron que me acerque más al borde al mismo tiempo.

El niño se atreve a explorar terrenos que el hombre con quien habla parece conocer, y su noción sobre sí mismo emprende un cambio.
—Pero... me dijo que, como prueba de mi paso sin envejecer a través del tiempo, ya me cree importante, y si siempre estuve en su cabeza, y si usted ha cambiado, entonces es contradictorio: tampoco puedo ser el mismo. Además, acaba de decirme que estamos en otro lugar, la cual es otra contradicción más.
—¿Y cuál es la contradicción? Verdaderamente eres inmortal, pero en el instante anterior a serlo yo te estaba pensando, juntaba tus partes mientras hablaba contigo: eres una estampa de tu propio nacimiento. Tu no cambias por razón alguna luego de haberte convertido en mi obra. Sin embargo, aquella que considero nuestra segunda conversación sucedió en un lugar alejado en el tiempo de la primera, y allí quedó la segunda estampa, ¿cómo no darme cuenta del paso del tiempo? Dime, en esta tercera ocasión, ¿qué se siente ser inanimado?
—¿Cómo podría decirle? No habla con la estampa aún, no habla conmigo cuando soy inanimado, sólo habla consigo mismo. ¿Y cómo podría decirle si fuera una estampa? ¿Cómo es que... aún así le digo y pregunto? Entonces, si no hay contradicción, ¿cómo es que ésta es mi tercera parte?
—¿Y porqué no son cuatro, cinco, o más? ¿Si me cortan una pierna no seguirían llamándome igual? ¿Y porqué no le dan mi nombre a mi pierna cercenada también? ¿Qué me define, entonces, como yo mismo, si me cortan en miles de pedazos? ¿Y si me agregan una pierna, cuando me llamen por mi nombre no la llamarán a ella también? Es claro que lo que esté fuera de un conjunto no modifica lo de adentro. Si disuelven el conjunto se disuelve el sustantivo. Mientras te pienso aquí eres uno sólo, pero tendrás tres partes para quien te conozca en tres partes. Ahora puedo explicártelo porque obviamente ya no crees ser un niño. Y yo tampoco soy quien escuchas, ni nunca podría haberlo sido; de mí sólo tienes mi imagen. Cuando te pido acción, sólo juego conmigo, juego contigo.
—¿No es irónica la importancia que puede tener la futilidad, hablar conmigo, hablar contigo?
—En efecto, irónica, pues en un primer momento yo no iba a decir nada, sino simplemente estornudar.

Con determinación y vergüenza, cada tanto, ella se desnuda ante mí, paso a paso y sin que las dudas falten. Suelo seguir sus movimientos con la vista, una incipiente taquicardia y una leve devolución de desnudez. Así como valientemente me quita todos los obstáculos hacia ella, yo tiendo a la cobardía y termino desnudándome con torpeza entre insinuaciones ambiguas, tapándome con el primer objeto que disimuladamente devuelva al paso. No obstante, a los constantes deseos de abrazarla y abrigarla obedezco con bastante atino, y adivino que siempre estaríamos pegados de no vivir despidiéndonos. Ciertamente, todo es muy complicado estando ella en Torino y yo en Buenos Aires.

Por supuesto, al mirar hacia atrás muy a menudo me sucedía que no entendía si iba o venía. Y por supuesto, siempre iba, aunque quizá bastante torcido. Además, iba para atrás en muchas ocasiones, las suficientes como para perder de vista el frente. Pero... el «atrás» y el «adelante» son tan relativos... ninguno significa lo mejor o lo peor. O sea, ¿qué sé yo?; yo recorro. Eso sí, si me dan a elegir, tendería a escoger ir hacia adelante. En verdad, nunca aprendí a seguir esa brújula.

Una vez por año, en esta vivienda, se da un día especial, un día que cambia al resto hasta el año próximo. Luego de tal ya no parece estúpido estar parado en un mismo lugar por largos minutos mientras se gira en el propio eje, y ése es el primer día del año en que se prende la estufa. Sin embargo, eso no fue lo único que sucedió hoy, para nada; también reorganicé mi cuarto, el cual ahora está aún más prolijo que antes; y creé un nuevo orden para el masivo volumen de papeles que provocan los trabajos para la facultad, entre otras pequeñeces. Pero lo mejor lo dejo para el final, el broche de oro: me siento mejor.

«¿Y si la barrera fue sólo un encofrado? ¿Y si todo ese cemento, arena, agregado grueso y acero acumulados se mezclaron en agua? ¿Señor Abrahams, sabe usted cuál es la relación de agua justa para un buen hormigón abstracto? ¿Es que el hormigón armado nunca me dejará tranquilo? ¿Realmente ha fraguado esta cosa? ¿Porqué nada entra? ¿Porqué sigo igual? Escucho The Wall similar a Bohemian Rhapsody, ¿está mal?, ¿tengo que matar para que todo esto termine? ¡No! Claro que no, obvio que no, no es la manera, es sólo que... ¿qué acción tengo que tomar para que todo esto termine?» Esa fue mi última contemplación, ayer, no las tres cerezas que vi hace semanas en una taza cayendo una sobre la otra mientras las acomodaba con una cuchara, ni siquiera las gotas de agua que caían desde mi barbilla hacia mis brazos generando con mis pelos una suerte de ilusión de movimiento cuadro por cuadro. Ayer fue un día de locos. Sé que sucederá otra vez, pero no es lo que me preocupa ahora; al fin tengo verdaderas cosas que hacer, muchas, todas, un proceso de llenado, un volcado organizado, el refinamiento constante de la excusa.

«Tráiganme sus libros» les dije a mis padres cuando salían hacia lo de mi fallecida tía abuela, no sé para qué, obviamente creo en que mejoraré en algún momento, ya que actualmente no puedo concentrarme para leer y mi escritura es pura inercia.

Si así serán todas las citas de mi vida quiero que nunca deje de intentarlo. Fue una cena maravillosa.

¡«Me querrás para pensarte...» cumple hoy dos años! ¡Fiesta! Se arrojarán papeles al aire y sonarán las cornetas más ridículas, las vacas volarán y algunos cerdos también, de día se disfrazarán coches y edificios y a la noche todos estos harán juegos de luces, y cuando el arte y la futilidad terminen la jornada la multitud habrá dicho «despierta, Nicolás, esto nunca ha sucedido». Pero no podría importar menos, están todos invitados.

Cuando era chico un monstruo se comió a su héroe, y luego el monstruo murió desde dentro. «¿Quién quiere ser el próximo?, gritó frenético aquél quien los gobernaba frente a la multitud que presenció el hecho agridulce, «¿quién quiere este destino para cuando otro monstruo surja? ¡huyamos, les digo! ¡huyamos donde las tierras no atraigan a las bestias!». Pero él, niño inocente, cerró su puño con fuerza y afirmó en voz baja «yo», pues su mano levantada no se habría notado y no pretendía asustar a su familia, que se encontraba alrededor. No huirían al costo de un futuro sólo estable al corto plazo. Ha crecido y aún no ha sucedido nada que requiera su acción, ni nadie sabe a qué está dispuesto; y morirá si no hay héroe que lo salve, si nadie más respondió afirmativamente a la vieja pregunta del gobernador, si es dejado solo.

Desde hace meses me preguntaba si el resto podía escuchar lo que estaba pensando, pero ahora tengo un nuevo enfoque a la paranoia: no es que pienso en voz alta, sino que realmente estoy hablando pero interpreto la realidad de forma diferente; que no veo, ni escucho, ni siento lo que es, o una proyección aproximada de lo que es, sino que mi percepción está enormemente distorsionada. Que no sé cuánto es imaginario de mi mundo y que se me escucha hablar discordancias, pero yo sólo creo estar en silencio. Ciertamente, a todo esto es imposible comprobarle su validez tanto como su falsedad. Cada movimiento que no comprendo engrandece mi desconfianza sobre si la realidad es, justamente, la realidad.

Estoy haciendo la maqueta estructural de un zapallo, tiene su... diversión. Por mi rescate este zapallo sobrevivió, no como los dos anteriores que... los comimos. Estaban ricos. Y mi maqueta tiene un innegable aire a Los Supersónicos. Además, fuera de este tema tan fructífero, lo sigo corroborando: los asientos vacíos contiguos al mío son los últimos en ocuparse. ¿Acaso pueden notar en mí algún aura maligna? Qué sueño... Desde hace rato que estoy en la cama, aunque no físicamente; cuestión de reunir cuerpo y mente...

Le contaré algo sobre mi vida, tipo de narración que al parecer nunca pasará de moda, ya que nunca me ha preguntado sobre algo que quería confesarle desde hace tiempo, y las oportunidades no se dieron para hacerlo de propia voluntad. Lo haré ahora aprovechando todo este coraje que he logrado reunir; le pido que me obsequie toda su atención por este lapso de tiempo. Le confieso que le he desilusionado, querido lector, si esperaba algo más de mí en esta pequeña obra de hoy; como dije, lo estaba planeando desde hace tiempo.

Creía que sólo me sucedía a mi hasta que una reveladora conversación me dio a entender la pluralidad del asunto: a dos amigos también les pasa. Cuando en un colectivo nos sentamos en un asiento doble, aquél que queda libre a nuestro lado es el último en ser ocupado, sólo cuando no quedan otros vacíos. Sin importar cuan recién bañados, perfumados, bien vestidos y peinados que estemos, aparentemente hay cierta resistencia a sentarse a nuestro lado. Tanto mirar a quienes ingresan en el colectivo como serles completamente indiferentes no marcan diferencia alguna, es un verdadero misterio. Queremos saber qué información emanamos o cual no, que obviamente no notamos, para ser tan eludidos.

Un hombre inseguro es aquél que al escuchar que el pene humano funcional promedio tiene trece centímetros de longitud piensa: «entonces mis veintitrés centímetros no deberían estar mal». Un hombre inseguro y dotado, claro. Su próxima inseguridad probablemente trate sobre si es demasiado largo. Luego están los hombres como yo, que sólo somos inseguros, maldita providencia. Y los que se sienten seguros... son gente extraña, no se junten con ellos, nunca se sabe qué están tramando.

Mi carpeta tamaño industrial está pidiendo la jubilación hace años, y la gente me mira raro cuando la llevo conmigo, debería cambiarla. Su estado es simplemente deplorable, pero se mantiene igual de útil que en sus primeros días, hace, al menos, unos cinco años. Además, tener cosas viejas y desvencijadas me da la sensación de ser más veterano. Y mañana termino de reacondicionar mi mochila, que estaba algo descosida.

Entré a su sitio y escuché la canción, que ya conocía desde tiempo atrás; era sólo un piano. A pesar de haberla escuchado en incontables oportunidades, nunca, absolutamente nunca, la escuché con tan extraordinario detenimiento, sólo por experimentarla tal como ella lo hace. Sin ella saberlo, ya no se encontraba sola.

Tienes sueño, pero ¡no sucumbirás!, debes terminar ese trabajo. ¡Fuerza, campeón!, ¡no duerma aún! Campeón... Levantate porque te pego «el» bife, pendejo, terminá eso de una vez.
Así, muy bien, ¡vamos, campeón!, ¡no sucumbirás!, ¡viento a favor!, ¡cabeza alta!, ¡mente fría!, ¡la meta ya está cerca...

Deberían verme, en toda mi gloria, allí sentado, haciendo fuerza por toda la humanidad y canalizándola en una misma dirección con gran convicción, pues es el único camino para hacer las cosas bien. Sí, pues si para hacer las cosas bien hay que transpirar y hacer un enchastre, pues ¡bienvenido sea el enchastre!, ya habrá tiempo para limpiar cuando toda la cosa haya pasado. Sí, deberían verme sentado en el inodoro, creo yo.

Ando creyendo que he preguntado mucho y en verdad ahora noto que no he hecho las preguntas clave, y suponiendo haber dicho mucho cuando en verdad también he repetido mucho, así como tampoco llegué a expresar ese mensaje ansiado del cual siempre aparecen fragmentos que no se llegan a unir con fuertes lazos. Sin embargo, al saber qué intención tuve al decir, comprendo los orígenes de la silueta que se forma de las ideas que quiero esclarecer, probablemente, no así el resto. Esto último le sucede inevitablemente a todo aquél que tenga una intención de expresión. Al preguntarme qué habré querido decirle a mi tía abuela Matilde, la última vez que la vi en la cama de la clínica, cuando la saludé con un «nos vemos» desde su lado izquierdo a su cachete derecho para luego dejarla con mi abuela Teresa, me respondo que es una simple forma de decir y «quiero que vivas». Pero algo hermoso es algo hermoso, y su cuerpo no podría serlo más, por lo tanto, desde hoy no es mi tía abuela. Y qué decir más que decir cuando se es absolutamente incapaz de hacer justicia con palabras. O para qué querer preguntarle si la vida valió la pena, haya sabido o no la respuesta, la pena es parte del valor. ¿Cuán desfavorable fue tu suerte, «Tiamati», que de tu vida y muerte sólo escribo yo? Procuraré no olvidar, y que a tus huellas esparcidas entre las mías en la arena no se las lleve el viento, pues son las únicas que puedo proteger hasta que alguien deba proteger las que pueda de las mías.

A un cofre dejé entrar, el de los disfraces. «Qué bueno, aquí está el seductor, y el amigable, y también aquél que siempre hace favores... sí, ¡cuántos!, podré luego inventarme unos nuevos y hacer combinaciones. Algunos están algo viejos, podría actualizarlos, ya que con el tiempo las modas cambian.»