martes, febrero 28, 2006

«Conclusiones del mes»Reflexiones del mes de febrero que pasó:

-¿Por qué mi cepillo de dientes es tan regordete como para no caber en los agujeros del apoya-vasos del baño? Y no quiero guardar mi cepillo en el vaso ya que el fondo nunca estará del todo seco, ¿y si le crecen hongos al mango de mi cepillo?
-Creo que si me pongo a leer las listas de cosas que quería hacer para este verano y no hice, comenzaré a llorar como un nene castigado por una travesura que no cometió.
-Este es el primer verano en años en el que no me bronceo.
-No sé cómo lo haré, más aún cuando todos me dicen que me queda ridículo, pero debo sacar a pasear a mi gorro piluso, Iluso Piluso, por la ciudad. No puedo negarle un rayito de sol, se lo merece.
-Agradezco calurosamente estos últimos días frescos, han sido realmente cómodos. Por momentos creí ser una de esas verdes lechugas de los comerciales de aceites que emiten por televisión.
-Apenas toqué un libro en todo el mes. Y realmente me refiero a tocar, leer alguno habría sido un milagro. Terrible.
-Hoy me fui a dormir con una gran idea en la cabeza, muy importante para mí, y al despertar y experimentar su perfección, no podía concebir haberla concebido. Era como dictada, salida de la nada; no podía negar el enorme poder de la inducción.
-Necesito disciplina. Oh, ¡castígueme, profesora!
-Mi hermana cumplió dieciséis años.
-Tengo un nuevo corte de pelo.
-Hay una pera completamente masticada dentro de un vaso sobre mi mueble modular. En el apuro no encontré mejor lugar donde ponerla. Porque siempre hay que ponerla en algún lado. ¿No es eso lo que nos enseñaron? O sea, ¿ponerla es buena educación?

lunes, febrero 27, 2006

Hoy lo razoné de una manera bastante simple: si debiera seleccionar el lapso más alegre de mi vida, ése coincide con mi paso por el siglo veinte. El siglo veinte siempre tuvo algún sabor agradable para mí, algo nuevo para aprender e incluso aplicar. Siempre a la noche habría una cama, una almohada y una colcha para hacer a un lado cualquier preocupación con alguna fantasía cálida.
Llegó entonces una transición de dos años, el último de ése y el primero del siguiente, donde comenzaba a sentirme cómodo en lugares fríos y angulosos, donde el cuerpo no debiera reposar.
¿Y qué hago yo con esto? No mucho, es sólo una manera más de ver lo mismo. Simplemente me resultó curioso.

viernes, febrero 24, 2006

Hoy el clima estuvo lo suficientemente fresco como para no cerrar las ventanas y así obligarme a vestir un cómodo jogging. Qué buen día, tuvo una gran nube gris, viento y leves gotitas casi flotando. Fue como para acercar una silla a la ventana y quedarse mirando.
Cuando no tengo nada que hacer en dias tan relajantes, la sensación de absurdo debida a no encontrar una actividad concreta me deja viviendo dentro de una especie de sueño al que sólo puedo seguir la corriente.

jueves, febrero 23, 2006

¿Irías a encontrarme a la terminal de autobuses, recorriendo entre caras ajenas para llegar hasta quien viste una nueva remera naranja y un corte de pelo que nunca habías visto? Luego de tanto tiempo, ¿irías a buscar a este perfecto desconocido del que sólo quedan recuerdos erosionados? ¿Para qué? ¿Para intercambiar conmigo detalles de los que aún tenemos memoria y así reconstruir nuestro pasado? ¿O acaso te ha quedado una cuenta pendiente, algo sobre mí profundo en ti, y quieres saldarla? ¿Será que quieres ver cómo he crecido, si soy igual de gentil que cuando niño? ¿O se te han ido agotando las opciones y necesitas ayuda? ¿Quieres redimirte y pedirás que te disculpe de ofensas que no recuerdo ni sospecho que me hayas provocado? ¿Cómo sé si quieres demandarme un pedido de perdón o enmendar el daño que no sé si alguna vez te he provocado? Y aún así, averiguarlo vale más que todo mi viaje; sólo quiero asegurarme que habrás de encontrarme y que sepas cuánto espero que estés allí.

miércoles, febrero 22, 2006

La lluvia y los rayos caían furiosamente sobre el bosque; se oían resonar las tejas de la casa junto con el zumbido del viento. El suministro eléctrico estaba cortado y todo lo que había para iluminar el pequeño comedor era una sencilla lámpara de queroseno. Éramos cinco personas encerradas por el tormentoso clima nocturno sin poder dejar de sobresaltarnos con las luces y sombras de los relámpagos más cercanos, temiendo por los rumores que escuchamos de un peligro que corre entre los árboles de la zona, provocándonos escalofríos; adjudicarle a la tormenta los sonidos irreconocibles no era suficiente para mitigar nuestra tensión. Entonces uno de los presentes preguntó: ¿no da para un strip-poker, no?

sábado, febrero 18, 2006

Y el mundo se ha achicado enormemente. Los océanos son mínimas gotas y los continentes se reducen a mi casa, dos o tres calles y unas pocas veredas en otros barrios. Me encuentro en una situación donde ahogarme en un vaso de agua es factible. Pero incluso mis problemas más concretos son demasiado abstractos como para tener un tamaño físico, así que puede decirse que se mantienen igual. La diferencia radica en que, al haberse achicado el mundo, mis problemas han saturado todo el espacio; es muy asfixiante, como un gas tóxico que, en vez de inflar mi globo, lo envicia por dentro. Sin embargo, siempre queda una gran y mágica arma para todo problema que voluntaria o involuntariamente uno se ha inventado mentalmente: justamente, la mente. Así es, no me voy a rendir sin dar pelea. La estrategia es simple: llenaré el ambiente con otras abstracciones, como son los conceptos y las propias características de la personalidad, las cuales debo hacer volver. Por ejemplo, a mi señora Cordura, que hace tanto he echado de este lugar que no recuerdo mucho su cara. Y así, trabajando con lo que ya está, en armonía y sin necesidad de poner todo en el asador al mismo tiempo, sino trabajando cada idea a su ritmo en el momento adecuado, tanto con mis lados buenos como con los malos, agrandaré mi mundo. ¿No es verdad, Timidez? Está bien, no digas nada, dulce y querida sonrojada; yo sé que estás conmigo.

viernes, febrero 17, 2006

Muy bueno el cruce de miradas en el restaurant como para hacerme notar cómo corre mi sangre. Esas son las sensaciones que me gustan.

jueves, febrero 16, 2006

Quisiera conocer la ciudad o pueblo en este país cuyo clima sea generalmente seco, pero que sea capaz de entregar copiosas lluvias y tormentas, donde la temperatura oscile por los diez grados con picos máximos de quince; con un buen paisaje; que posea acceso de banda ancha a internet; que esté cerca de algún lago, laguna o mar; que sea silencioso; que no sea muy populoso e irme a vivir ahí. Obviamente, la Patagonia guarda la respuesta. Siempre pensé que sería muy productivo para mí. Creo que es uno de mis deseos más profundos y constantes.

martes, febrero 14, 2006

Oh, noche cándida, calma y clara, de níveas ilusiones y crecientes esperanzas, sólo te hago un pedido más. No me retuerzas los intestinos por haberme excedido con el chocolate, ni patees mi hígado por haberme nublado en alcohol. Bien sabes que te necesito y merezco siendo, al menos por una vez completa, amigable conmigo.

lunes, febrero 13, 2006

Por otro lado, decir que nada es imposible puede ser correcto si se lo considera como que nada que fuera imposible puede existir, ya que es imposible. Como no pueden ser, entonces no son. O sea que, apartando problemas de sintaxis y semántica, nada es imposible. No pueden ser, pero podrían ser. O sea que todo lo que existe es todo lo posible, pero no es todo lo que podría ser.
¿Por qué no deja de jugar con esas computadoras de novecientos treinta y nueve pines? ¿Por qué no lo visita? Él ni siquiera espera aviso, es sólo llegar a la puerta y salir a caminar. Le haría muy bien estar con él un rato, en vez del usual encierro al que se somete viendo fotos en su monitor, como si éste aparato pudiera reemplazar el brillo que emana en persona. Es el sol más cercano que tiene y no debería abandonarlo así sabiendo que lo extraña.

domingo, febrero 12, 2006

No sé por qué busco ser tan trágico conmigo, parezco esos chicos que luego de jugar se muestran las rodillas para probar que se han rasguñado más que los otros, que han soportado más penurias. No sé por qué lo hago, o quizá lo sé pero no me interesa recordarlo en este momento: no conocer las causas de mi martirio le imprime un gusto aún más injusto, un sabor de destino amargo. Me he llevado a lugares a los que no era necesario ir, pagando algún pesado tipo de precio en el viaje de ida, sólo para decepcionarme con un resultado que era el más probable de suceder, preguntándome en el viaje de vuelta «¿por qué lo hice?» «Sabía que sucedería.»
Ya muchas noches salí como para notarlos repetirse por toda la ciudad, algunos con la mirada fija y otros arrastrándola alrededor. Muchas veces quise saber qué lleva a una persona a sentarse sola en el cordón de la vereda, a tener la sencillez de permanecer allí. Fueron muchas especulaciones antes de que lo supiera al ser uno de ellos. Los asuntos parecieron resumirse y las conclusiones tornarse drásticas en el marco de una flamante claridad.
No obstante, las reflexiones producidas en otros estados de la mente al que me encuentro en un momento dado suelen terminar como piezas anecdóticas de un pensamiento alternativo, casi dejadas de lado. Cualquier solución definitiva que haya imaginado posible requería que me comportara como no sabría hacerlo, como si fuera otra persona. Es confuso el parecer de que aquello que depende de mí no depende de mí.

viernes, febrero 10, 2006

Empezar otra vez, reiniciar lo que ya estaba haciendo, me es siempre complicado. Destruir nuevamente la pared de la carencia de voluntad y mantenerme por los días que le sigan quitando en las mañanas los ladrillos que encima de sus ruinas se apilan unos sobre otros durante las noches de sueño. No permitir que en la vigilia aquello que trae el viento se lo lleve el mar. Visualizar más allá del momento actual y accionar en coherencia con lo que se ha previsto. Subir y mantener el equilibrio sobre la bicicleta, y andar con ella por los caminos que quiero recorrer. Es difícil, pero no pude haber olvidado tanto.

jueves, febrero 09, 2006

¿Reinstalar el sistema? Si hubo algún problema realmente molesto de Windows en mi computadora era que si se daba la urgencia de reiniciar la máquina mientras estaba conectada a Internet, luego había una enorme posibilidad de tener problemas con el registro del sistema. Y ahora la máquina ya ha reemplazado el módem por la placa de red, dial-up por cable-módem; la cuestión es permanente. Los pocos malabares que antes todo lo solucionaban no surten efecto esta vez. Estoy en escribiendo desde GNU/Linux, donde la conexión a Internet se configura sola, pero no tengo ni la menor idea sobre si Windows hace lo mismo al ser instalado. Si lo hace, entonces no pierdo nada más que tiempo, si no lo hace, sería una gran piedra en el zapato. Me odio por no saber eso, es muy básico.

miércoles, febrero 08, 2006

Puede ser insignificante, pero cada nimiedad que he expresado es un tema del cual, en el futuro, podré decir que ya he dicho algo. Es algo muy similar a quitarse, uno por uno, piojos de la cabeza.
—Nunca entiendo tus chistes, me siento estúpida al no entenderlos.
—¿Estúpida? Pero, entonces, trata de responderme lo siguiente: ¿qué te hace sentir más inteligente: reírte de los estúpidos chistes de un hombre estúpido o no entender completamente los chistes de un hombre inteligente?
Él sonrió levemente. Ella pensaba; intuía que la segunda opción era la más adecuada pero no podía probárselo concretamente. Sin embargo, notando su propio pensamiento y la sensación que le provocaba, pudo dar una respuesta.
—No entender completamente los chistes de un hombre inteligente. Me da más para pensar.

martes, febrero 07, 2006

Ya lo había dado por muerto, todo, más muerto por parte de ella que por la mía, pero muerto al fin. Y entonces recibo un amable mensajito de texto de ella, al cual devuelvo una respuesta neutra, si quiere hacer algo que lo proponga ella.
Sucede, además, que incluso los leones más feroces toman siestas, y por más ganas de comer que haya tenido el día de ayer no estoy convencido de que en este preciso momento mi apetito sexual esté demasiado despierto.
¿Qué haré con usted, querida? No tengo intención de andar caminando por la ciudad disimulando mi desencanto. No obstante, sí quiero tomar aire, quizá un buen trago, pretender que soy inteligente a oídos atentos; por ese lado, escribiste en buen momento. La verdad: me da lo mismo salir o no.

lunes, febrero 06, 2006

Adoro vestirme, no por el hecho de vestirme en sí, sino por saber que al terminar el proceso ya estaré mejor preparado para cualquier cosa, ya que mi imagen es algo menos de lo que debo preocuparme. Cuando me visto sé que podré darle la vuelta a la ciudad durante día y noche, y que cualquier mancha que se suscite sobre la tela será una marca irreprochable de mi supervivencia a través de la jornada. Una vez en casa, estoy encantado por desvestirme, incluso luego de un mal día. Es como quitarme una careta con la cual estuve actuando por largo tiempo para poder analizar desde una perspectiva más neutra lo que sea que haya sucedido. Desvestirme significa que me he vestido antes, que ha habido un principio a una pequeña historia y que la estoy concluyendo. Incluso vestirme sólo para desvestirme guarda un valor especial en mí, pues al menos ha habido una intención de movimiento, sensación muy lejana a la de empezar y terminar sin haberme mudado de ropa, permaneciendo casi idéntico pero irremediablemente envejeciendo mi imagen.

domingo, febrero 05, 2006

Nadie es mala persona, todos quieren lograr algo bueno, pero con eso no hago nada. Increíblemente existe gente que caga en su heladera. Y no me gusta soportarlo.

sábado, febrero 04, 2006

Volvió mi familia a casa y no puedo decir que se acabó la tranquilidad, fueron pocos los días en que la tuve. Sí puedo decir que el recreo duró poco. Fueron, en su mayoría, días aburridos. No obstante, preveo que febrero será un mes en el que estaré más libre, estudiando personajes lejanos para aprender sobre su vida apartada.

viernes, febrero 03, 2006

Oh, sí, ha vuelto el león. He vuelto, sensual y aguerrido, arrgh. ¿Y dónde están las trompetas, la gente a los lados de la calle esperando verme pasar? ¿Dónde está la leona ahora, dónde se ha metido? ¡Hagamos temblar el reino! Leona, gatita mía, ¿dónde estás? Ven a darle los buenos días al león que ha despertado.

miércoles, febrero 01, 2006

No puedo estar tan cerca de tener veintidós años, ya empezó febrero. Desesperado, hoy recorrí mi casa de habitación en habitación, y en tal recorrido estaba bajo estas nubes que dejan todo gris, como las de antaño, y rodeado de aromas que me regresaron a otros momentos, cinco años atrás. Porque tengo dieciséis años y estoy cansado de mis vacaciones con mis primos en San Bernardo; siempre criticándome por ser vago para jugar al fútbol. Pero cuando estuvimos en el mar era yo el que se divertía y barrenaba como un rey, y nunca les dije nada sobre su incapacidad en el agua. Espero no verlos en un tiempo, me tienen saturado. Me pregunto en qué andará Brian, la conversación de despedida desde el locutorio se cortó; odio haber tenido que estar en San Bernardo mientras se iba del país y no haber podido darle una despedida normal, aunque no tengo ni idea de lo que es una despedida normal. Además, el martes pasado cumplió diecisiete años. Lo único divertido de las vacaciones fue cuando me fui caminando con Mariano hasta Mar del Tuyú y volvimos a la noche, mi tía hizo que nos busque la policía; estaban todos muy preocupados. Hicimos todo el recorrido descalzos, incluso las alpargatas azules que se me salen de los pies y que compré en Carrefour un día antes de salir me hubieran venido bien. Al que no soporté fue al amigo de Matías, Santiago, no me cayó bien.
Por suerte ya estoy en casa. No tengo materias pendientes así que estoy completamente libre. Escuché que este año van a sortear otra vez las divisiones, mientras me toque el turno de la mañana con Nico y Santiago va a estar todo bien, aunque creo que a Nico le resulta más atractivo el turno de la noche.
Ya me voy yendo, iré a trotar a la Agronomía con mi viejo y Jorge, mi vecino.